
Este pueblo es el más conocido de la zona de la Maragatería y es famoso por su cocido maragato, que puedes degustar en cualquiera de sus muchos restaurantes.
Es un pueblo esculpido de piedra, precioso, que nosotros fuimos a visitar por la tarde, cuando ya todos los restaurantes habían cerrado y éramos casi los únicos paseando por sus calles.
Día 2: Las Médulas y Ponferrada.
Comenzamos el día dirigiéndonos a Las Médulas, unas increíbles formaciones geológicas fruto de una antigua mina a cielo abierto.

Dejamos el coche en el parking (hay uno de pago y otro gratuito a no más de dos minutos andando del primero) y atravesamos el pueblo hasta el centro de visitantes, donde comienza el camino para subir hasta el Mirador de Orellán (al que también se puede llegar en coche si se prefiere). La ruta alrededor de la zona es muy llana y se puede hacer sin problema, incluso con carrito, pero si queréis llegar hasta el mirador (las vistas son imprescindibles, no os podéis ir sin verlas), la subida se vuelve complicada, aunque despacito, sí la podrían hacer los niños si no son muy pequeños.
En el pueblo hay muchos restaurantes que ofrecen menús, así que se puede aprovechar para comer allí mismo. Nosotros preferimos coger el coche y nos fuimos a comer a Ponferrada para ver su Castillo templario por la tarde. Es un castillo grande, con varias zonas y salas, hay una en la que incluso se pueden ver trajes típicos de los templarios.
Día 3: Astorga.

Sin duda la joya de Astorga es su Palacio episcopal, uno de los tres monumentos que tiene Gaudí fuera de Cataluña. Su impresionante arquitectura es visita obligada y se encuentra al lado de la catedral, otra de las paradas que no puedes perderte en Astorga.
En Astorga se encuentra también el Museo del chocolate, donde realizamos una visita por la historia de este dulce manjar y pudimos degustar alguno de los chocolates que se fabrican en Astorga. Justo a su lado hay un pequeño parque infantil con merendero para poder descansar un rato.
